¿Estresado de tanto trabajar?

 Si preguntáramos a cualquier trabajador desde la época de la Revolución Industrial hasta nuestros días si alguna vez se ha sentido estresado en el trabajo, la respuesta, probablemente, sería afirmativa y enfática. Pero expertos en el ambiente en el lugar del trabajo dicen que no está ocurriendo algo inusual hoy en día. La competencia global, las reducciones de plantilla y el contacto electrónico constante con la oficina se han combinado para crear un nivel posiblemente inédito de estrés.

“Desde luego, no existe ninguna duda al respecto”, evalúa Stewart Friedman, director del Proyecto de Integración Trabajo/Vida de Wharton. “Si hiciéramos un análisis de los últimos 50 años, veríamos que las personas están trabajando más, y que más tiempo de su atención está dedicada al trabajo y las decisiones relacionadas con él, lo que es un desafío, porque la ubicuidad de la tecnología permite que haya ahora una comunicación constante, durante 24 horas al día los siete días de la semana. La mayor parte de nosotros no ha crecido con esas herramientas y aún estamos ajustándonos a lo que significa crear fronteras significativas entre el trabajo y otros espacios de nuestra vida. Se trata, por tanto, de una nueva habilidad”.

De hecho, la presión es mayor que nunca, sobre todo en EEUU, observa Hendrie Weisinger, autor en asociación con J. P. Pawliw-Fry del libro: “El rendimiento bajo presión: la ciencia de rendir al máximo cuando más importa” [Performing Under Pressure: The Science of Doing Your Best When It Matters Most]. Contribuyeron a esa situación factores como la competencia global, la longevidad, los medios sociales y los valores materiales, dice Weisinger. Además, añade, hubo “un cambio de una cultura empresarial fabril, que enfatizaba los resultados de la producción, a una cultura empresarial más volcada en las relaciones entre las personas, lo que transformó el éxito en algo dependiente de lo que los demás hacen. Y nadie puede controlar a los demás”.

Si más trabajo significa más estrés —y la mayoría de los especialistas lo creen así— tal situación está generando algunas tendencias preocupantes. En primer lugar, no está ayudando a la productividad. Los trabajadores estresados participan menos, tienen niveles más elevados de ausentismo y, por norma, son menos productivos, según una encuesta de Towers Watson realizada con 22.347 trabajadores en 12 países, entre ellos EEUU. Más de la mitad de los entrevistados citaron el número insuficiente de empleados como una de las primeras causas de estrés.

Una consecuencia más siniestra de la presión en la empresa tal vez esté surgiendo ahora. Una serie de suicidios llamó la atención del sector corporativo: dos altos ejecutivos de las industrias de telecomunicaciones y de seguros en Suiza, un empleado de JPMorgan en Hong Kong y otro en Londres. En Orange, compañía francesa de telecomunicaciones, diez trabajadores se quitaron la vida, la mayoría de ellos por motivos relacionados con el trabajo, informó la empresa.

Pero no está claro de ninguna manera que el suicidio sea algo más frecuente en los rangos más elevados que en otros niveles. Médicos en EEUU, agricultores en India, universitarios en Corea del Sur, atletas profesionales, muchos grupos están siendo aislados y se está analizando la relación entre el estrés extremo y el suicidio. De esa manera, para que la ola de suicidios en las empresas sea significativa en términos estadísticos, será preciso investigar de qué manera son analizados los números.

Para algunos, esos números son la señal más visible del aumento del estrés en el lugar del trabajo. Para Friedman, el problema es grave. “La mayor parte de los que trabajan en empresas muy conocidas continúan sometidos a un maratón de trabajo para el cual no ven salida”, dice Friedman. “Existe una sensación de que no hay tiempo para respirar, la presión es demasiado fuerte. Conversando con personas de empresas de gran tamaño, se nota la necesidad desesperada y una búsqueda real de respuestas, lo que es muy importante”.

Estrés, salud y emoticones
“Cualquier cosa en el ambiente laboral que frustre la motivación o la capacidad de las personas de hacer su trabajo, en especial de maneras que ellas consideran injustas o sobre las cuales no tengan control, tendrá como resultado emociones negativas que llevan al estrés”, observa Sigal Barsade, profesora de Gestión de Wharton. Ocho de cada diez personas dijeron estar estresadas a causa del trabajo, según datos de la Investigación sobre Estrés en el Trabajo de la Asociación Americana de Psicología, siendo ese número ligeramente mayor en el nordeste del país. Según la investigación, un 42% de los adultos afirmaron que sus niveles de estrés habían aumentado en los últimos cinco años.

El estrés, según Barsade, es contagioso. “Una de las cosas más insidiosas sobre ese contagio es que las personas casi nunca saben lo que les está sucediendo a ellas. Cuando se “contagian” la emoción de otra persona, se apropian de ella y creen que están estresadas”, dice Barsade. “Su reacción no es algo del tipo ‘mi compañero está estresado, lo sentimos por él’; no, ellas también se sienten estresadas. Se puede transmitir un volumen mayor de estrés de miedo a un grupo más allá de lo que sería normal que sintiera”.

Al igual que otras cosas contagiosas, el estrés tampoco es saludable. Los científicos creen que el estrés crónico reduce la producción de telomerasa, una enzima protectora que ayuda en la reconstrucción de la capucha protectora de los extremos del telómero del ADN. Con menos telomerasa, las células tienen más posibilidades de morir desencadenando con eso el proceso de envejecimiento del cuerpo y otros problemas asociados a la salud. “Desde la perspectiva de la salud, el estrés es malo para los negocios y malo para la economía”, dice Friedman. “Es malo también para nuestros lazos sociales. Resentimiento y tensión tienen como resultado problemas físicos y psicológicos incapacitantes. El problema más obvio para muchas empresas consiste en conservar a sus empleados, pero las personas acaban dimitiendo. Es lo que está sucediendo”.

EL ESTRÉS ENEMIGO DE LA PRODUCTIVIDAD.

El estrés tiene una relación explícitamente incómoda con la productividad. La investigación global de 2014 de Towers Watson reveló la pérdida de interés del trabajador paralelamente al aumento del estrés. De los empleados que decían tener niveles elevados de estrés, un 57% dijeron que no eran participativos. Ya entre los empleados con bajos niveles de estrés, sólo un 10% dijeron no sentir interés por el trabajo. Los empleados estresados pidieron dos veces más días libres en el trabajo que los no estresados. Pero lo que llamó realmente la atención en los descubrimientos realizados fue la discordancia de percepción entre empleados y gerentes: el número insuficiente de empleados fue citado por un 53% de los trabajadores como la razón principal del estrés, mientras que sólo un 15% de la alta gerencia concordó con ese diagnóstico. Un tercio de los gerentes dijo que el acceso a la tecnología fuera del horario laboral era la causa de estrés, pero no era eso lo que pensaba la mayoría de los trabajadores, ya que solamente un 8% concordaron con esa observación.

Niko-Niko, una empresa emergente de San Francisco, creó una plataforma a medida que permite a los empleados registrar periódicamente cómo se están sintiendo. En lugar de la instantánea anual del estado de ánimo de la fuerza laboral que muchas empresas llevan a cabo, la plataforma permite su registro diario, o incluso una frecuencia superior. “La mayor parte de los consejeros delegados suelen decir que las personas lo son todo, sin embargo, ellos tienen datos en tiempo real sobre todo lo que sucede en la empresa, excepto sobre lo que, según ellos, es su activo más importante”, dice Max Webster, uno de los fundadores y consejero delegado de Niko, que se autodenomina una empresa de “analítica del estado de ánimo”.

Al usar la plataforma de Niko, los empleados reciben un mensaje de texto o correo electrónico según la frecuencia escogida por el empleador pidiéndoles que evalúen lo que sienten respecto a un tema en particular, por ejemplo, sobre la claridad de lo que ha sido comunicado por la gerencia, qué tipo de avance se ha producido en un determinado proyecto o a qué nivel de estrés siente que está siendo sometido. En respuesta, el empleado desliza una barra en la pantalla para que un hemoticón sonría, frunza el ceño o muestre una expresión entre un estado y otro. El empleado puede añadir una respuesta escrita de hasta 140 caracteres. Niko ya ha trabajado con 50 empresas hasta ahora.

“Nuestro objetivo es ayudar a las empresas a tener una percepción en tiempo real de cómo se sienten sus empleados y cómo actuar sobre los datos obtenidos”, dice Webster, cuya empresa estuvo inspirada, en parte, por el trabajo de Martin Seligman, psicólogo positivo de la Universidad de Pensilvania. “Hay una gama amplia de cosas que ayudamos a las empresas a diagnosticar: estrés, exceso de trabajo, equilibrio entre vida laboral y vida personal. Yo diría que el bienestar del empleado es nuestro primer objetivo. Si pudiéramos hacerlo feliz en el trabajo y que se sintiera cautivado con la realización de sus tareas, él se sentiría más productivo y las posibilidades de dejar la empresa serían menores, lo que sería beneficioso para el empleador”. La mayor parte de las compañías con las que ha trabajado la empresa optaron por la versión de la plataforma que garantiza el anonimato al trabajador. TOMADO DE Universia Knowledge@Wharton.