Emprendedores: soñadores de inteligencia creadora.

Los emprendedores, esos soñadores que muchas veces llaman locos por sus visiones e inventos y se reproducen de generación en generación con diferentes nombres,  representan esa inteligencia creadora que posibilita el desarrollo incesante de la humanidad y  hoy más que nunca tienen numerosos espacios donde proyectar sus ideas revolucionarias.

Nunca antes el resultado de la creación tuvo tanta atención como ocurre en este siglo porque estas reuniones, donde acuden emprendedores que tratan de encontrar  financiamiento y atención a sus proyectos, suceden por diferentes partes del mundo desarrollado con bastante frecuencia en proporciones iguales o más pequeñas y la mayoría de ellas dirigidos para las iniciativas tecnológicas que se conocen como “Star-up”.

Y pese a esta proliferación de encuentros que buscan talentos, los emprendedores todavía tienen sobre sus proyectos la sombra del fracaso, estigma que limita al inversionista a ser más entusiasta con la entrega del dinero, en lo que a todas luces representa una aparente contradicción, porque se sabe la necesidad del emprendimiento, pero no se le apoya a totalidad, situación que el llamado “Super-ángel inversionista y dueño de la empresa “500 Star –up”, Dave McClure descartó en hace algún tiempo en una ponencia al sugerir que por el contrario es necesario, pese a todo,  invertir en muchas de esas nuevas iniciativas de negocios.

“Solo entre el 5% y el 15% de estos proyectos empresariales se concretan. Los planes de negocios no sirven para nada: hay que institucionalizar la locura. Para tener unos márgenes de éxito predecibles hay que invertir en al menos 25 empresas a la vez, aunque cuantas más mejor”, dijo durante su intervención.

Y ese consejo lo cumple ciento por ciento este hombre, ex empleado de Pay Pal, porque su empresa invirtió 115 millones de dólares en 500 distintas Pymes. Sin embargo la opinión de McClure no es general y el factor financiamiento no deja de ser una necesidad para quienes se lanzan a este camino lleno de dureza y desaliento y el cual solo lo recorren con éxito quienes saben que no solo es dinero lo que se encuentra al final del arco iris.

Un buen ejemplo de esa dedicación, esfuerzo y perseverancia que caracteriza a un emprendedor es el famoso cocinero catalán, Ferran Adriá, quien en un evento de ese tipo celebrado en Madrid hace varios años, recibió el premio de la innovación “disrutiva” por su célebre restaurante “El Bulli”, el cual recibió por la revista británica “Restaurant”  la distinción de ser el mejor establecimiento de este tipo en el mundo durante cuatro años seguidos.

Su alabada técnica de la “deconstrucción” de los alimentos, consistente en aislar ingredientes de un platillo tradicional y reconstruirlo de manera inusual sin que el sabor  deje de ser el mismo, entre otras ideas culinarias. Esa iniciativa lo lanzó al estrellato mundial donde fue considerado el mejor chef del mundo.

En su intervención al recibir el premio dijo un enunciado fundamental para los que abrazan la bandera del emprendimiento. “Lo importante no es buscar el éxito sino la felicidad” y por ese postulado es que se entiende su trayectoria, cuando dijo que trabajó muchos sábados y domingos y   por un periodo de 14 años no ganó dinero.

La constancia es sin dudas una virtud que está presente en este mundo dinámico de las “Star-up” y nadie puede prever la potencialidad de una iniciativa, ni su crecimiento. Muestras de eso es “Google” y “Facebook”, dos gigantes actuales de la comunicación y acaudalados millonarios que comenzaron desde pequeños hasta crecer y cambiarle la vida a millones de personas con su presencia en la red de redes.

Crear nuevas ideas, desandar caminos que nadie conoce o muchas veces mejorar una inventiva ya conocida son virtudes que poseen los emprendedores, esos hombres y mujeres que luchan contra todas las adversidades en pos de llevar hacia delante sus sueños  y gracias a  esos eventos que funcionan como vitrinas de pura  inteligencia tienen al menos una posibilidad de encontrar un respaldo financiero y reconocimiento del gran público.