Persistencia y vegetales la clave del éxito para Henry John Heinz.

HeinzA veces algo tan sencillo como cultivar una huerta  puede transformarse en un negocio millonario de marca mundial como ocurrió cuando Henry John Heinz, a pesar de  soportar una bancarrota, mantuvo su negocio de envasar vegetales y lo llevó a un nivel mundial, gracias a su persistencia.

Hijo de emigrantes alemanes, originarios de Baviera, comenzó a los 12 años a vender los productos de una huerta que su madre le enseñó a cultivar. En los inicios solo les ofrece sus vegetales y legumbres a vecinos, pero luego amplió su empresa con ventas fuera de su localidad.

Recetas de su madre y deseos de avanzar llevan ya un joven Heinz de 25 años a crear en 1869 una empresa con su amigo L Clarence Noble, la cual llamaron Heinz & Noble Company, que comienza a envasar rábanos picantes y a diferencia de la competencia, para presentar sus productos, lo hace en un frasco transparente. El joven empresario quería que sus mercancías destacaran por su pureza. Eso le proporcionó un paso adelante frente a sus rivales. La empresa comenzó a prosperar.

El negocio funciona tan bien que invierte todo su capital y solicita además fuertes préstamos para desarrollar más la producción, sin embargo la crisis económica de 1875 lo afecta de inmediato y de repente se encuentra que no puede pagar las facturas, al cancelar los bancos todos los préstamos. No tiene más remedio que declararse en bancarrota.

Deprimido y agobiado por el incumplimiento de no pagarles a los agricultores que le proporcionaron los productos decide reinventarse y crea una nueva empresa a través de su madre que lo apoya con sus ahorros. De esa manera nace la “Heinz Company”,gracias a su persistencia de comercializar con los vegetales.

Cuentan los biógrafos que un día experimentaba con recetas y tuvo la visión de modificar una salsa china con tomate de donde salió el conocido kétchup. Heinz lo comercializó pese a una pobre aceptación e implementó nuevos valores a la hora de producir los enlatados, ya que todos los días quienes envasaban recibían ropa limpia para que el producto tuviese la más alta calidad.

Siempre creyó que sus plantas de proceso y empaquetado fueran operadas por trabajadores satisfechos. Las empresas de Heinz se convirtieron en modelos de lealtad del empleado, gracias a la manera que la compañía los trató. Se caracterizaron sus negocios en mantener altos estándares de limpieza  en sus instalaciones y por asegurar el bienestar de sus empleados.

En 1893 la empresa fue invitada a la feria mundial de Chicago,  lo cual daba la oportunidad de presentar  sus variados productos al mundo, sin embargo los organizadores le dieron un tercer piso,  algo que para otros hubiese sido un fracaso, él lo convirtió en un recurso de marketing, ya que en una feria mundial, subir al tercer piso no representaba una opción para los asistentes, quienes preferían quedarse en la planta baja.

A Heinz se le ocurrió la idea de imprimir muchas etiquetas de identificación de equipaje doradas donde colocó la siguiente descripción: «Entréguela en el stand de Heinz en el tercer piso y recibirá su regalo».

Centenares de miles de personas subieron hasta la tercera planta y allí se encontraron con la gran pirámide de kétchup y curtidos. Heinz fue el gran éxito de aquella feria. Fascinado por la electricidad, fue el primer empresario de los Estados Unidos que puso un cartel de neón para promocionar su empresa. Su esmero a producir los productos de calidad, combinados con su genio excepcional en el área de la comercialización, transformó los “H. J. Heinz Company” en una de las principales compañías de alimentos de condimentos del país y luego del mundo.

Su carácter y honestidad se reafirmó al pagarle a cada uno de los comerciantes que le debía dinero cuando realizó la bancarrota. En 1919, a sus 77 años de edad, Henry John Heinz murió. Sus trabajadores hicieron una colecta para erigir una estatua en su honor. La empresa, tras su muerte, siguió siendo puntera y mundialmente reconocida. En la actualidad  es una de las más importantes del mundo, gracias a la visión de aquel niño de 12 años que vio gracias a su persistencia en cultivar una hortaliza un negocio millonario.