John Mackey,  de hippie a capitalista de conciencia con Whole Food

     El tejano John Mackey un día de 1978 tuvo una idea de negocios con su entonces novia Renee Lawson y decidió abrir una tienda de productos vegetarianos la cual con el tiempo se convirtió en un gigantesco imperio con más de 300 supermercados llamados “Whole Foods” y en esos años transcurridos desde sus inicios, el antiguo miembro de una comunidad hippies se transformó con una nueva filosofía empresarial en un capitalista con conciencia.

    Cuando Mackey tiene 25 años de edad comenzó a trabajar para cubrir sus gastos y deja de estudiar para fundar su primera tienda de artículos vegetarianos que llama “Safer way”. Ese local lo establece en la cochera de su casa, en Austin, Texas.

   Al parecer los recintos de coches son buenos para que emprendedores comiencen sus proyectos como Steve Jobs y Jeff Bezos, entre otros. Ese local es el primer vegetariano en Texas y su objetivo, más allá de las ganancias, era ofrecer a las personas un modo de vida saludable.

    René Lawson, con quien tiene una relación amorosa, lo apoya en esos duros inicios donde piden préstamos a sus familias por 45,000 dólares, enfrentan deudas que los llevan a ser desalojados del apartamento en donde residen y por ello deben vivir en la misma tienda; ahí, una de las dificultades que enfrentan es no tener ducha, por lo que utilizan una manguera para bañarse.

  En 1980 se fusionaron con la tienda Safer Way Clarks ville Natural Grocery, dirigida por Marcos Skiles y Craig Weller y decidieron cambiar el nombre de la empresa y asignarle el de Whole Foods Market con 19 empleados. Un año después sucede una inundación que provoca grandes daños en Austin que afecta a su empresa y se sorprende cuando los clientes y vecinos le ayudan de forma voluntaria en las reparaciones. Los empleados laboran el día entero sin cobrar, consiguiendo abrir nuevamente en solo 28 días.

    A raíz de tal incidente, Mackey adopta una visión diferente, en la que el negocio trata sobre la relación con el cliente y sobre todo con el empleado comienza a pensar como capitalista de conciencia.

    Su modelo de negocio se basa en la libertad y la responsabilidad. Su principio de organización es el equipo y cada tienda presenta ocho empleados que gestionan los diferentes departamentos, sin excepción. Cada uno de esos grupos son responsables de decisiones importantes, como la política de precios y los pedidos, con las posibles consecuencias que puede tener. Entre sus funciones también se encuentra el proceso de selección que hacen los propios compañeros para promoverse dentro de la empresa.

      Una de sus directrices principales en cuanto a los aprovisionamientos, es la compra de productos locales, siempre que cumplan con los estándares de calidad de la compañía, es por este motivo que cada tienda ofrece productos únicos todos los días. Del mensaje: 

      “Tú eres quien controla tu propio éxito”, se desprende la libertad con la que trabajan pero también la responsabilidad que tienen. Cada equipo funciona como un centro de beneficio, como una pequeña empresa, tienen sus objetivos y sus recompensas. Si llegan al objetivo marcado, en su nómina del mes siguiente tienen una mejora.

      El año 1992 fue notorio para la compañía porque penetró el recinto de la bolsa y cuatro años después el antiguo hippies se convierte en un acaudalado capitalista al adquirir Fresh Fields, una cadena con sede en Maryland y 22 tiendas. El imperio de alimentos naturales de Mackey tenía entonces 70 tiendas en 16 Estados. Mientras que todavía pequeño comparado a las cadenas de supermercados tradicionales, la compañía de alimentos naturales y orgánicos creció en más del 20% anualmente. El año siguiente, los ingresos superaron los US$ 1.000 millones.

  Mackey creó al interior de Whole Foods Market una nueva filosofía del negocio. Por un lado, definió que el objetivo de la empresa no era maximizar la utilidad para los accionistas y criticó fuertemente las posturas empresariales enfocadas solamente a crear riqueza para ellos. Pero, por otro lado, desarrolló un modelo de empresa llamado el “Capitalismo Consciente” en el que amplió la finalidad de la empresa al bienestar y felicidad de los empleados, clientes, comunidades, proveedores y accionistas.

    Para el 2006, Mackey donó su cartera de acciones a la caridad, y estableció un fondo de emergencia de $100.000 dólares para los problemas personales de sus empleados. “Ahora tengo 53 años y estoy en un momento de mi vida donde ya no quiero trabajar por dinero, sino simplemente por el placer  de ayudar”

Sobre su nueva manera de ver los negocios con el capitalismo de conciencia Mackey dijo en una entrevista a la revista Forbes :

     “El capitalismo consciente tiene un propósito superior y pone la creación de valor para los grupos de interés de la comunidad en el centro de todas las decisiones de negocios en lugar de generarlo más adelante con un programa pensado para impedir la crítica o ayudar a gestionar la reputación de una empresa”, dijo.

    El proyecto defiende la creación de una red de personas y organizaciones que construyen sus empresas basándose en la idea de que los negocios son algo más que obtener ganancias. Es, por tanto, una manera de entender el capitalismo de manera positiva, porque integra los objetivos de todos los principales grupos de interés en el que existen líderes conscientes que dirigen las compañías hacia el servicio a la comunidad. Sostienen que las empresas conscientes tienen auténticas culturas innovadoras y de confianza que generan una fuente de crecimiento y satisfacción personal para los trabajadores.

    Además, se esfuerzan en crear riqueza económica, intelectual, social, cultural, emocional, espiritual, física y ecológica para sus grupos de interés, pudiendo ayudar a que todos ellos prosperen. Asimismo, consideran que este liderazgo consciente genera también una cultura consciente que empodera a los empleados para participar, generar un propósito elevado y aportar valor a la compañía. En una entrevista con el Texas Monthly publicada el 14 de junio del 2017, Mackey criticó a los inversionistas activistas.

    «Es la idea de que el negocio se trata de un montón de bastardos codiciosos, explotando a la gente, estafando a sus clientes, aprovechándose de sus empleados, tirando sus residuos tóxicos en el medio ambiente, actuando como sociópatas», dijo. Dos días después, Amazon aceptó comprar Whole Foods por 13.400 millones de dólares.