Crowdfunding abrió las puertas del capital digital

El crowdfunding abrió las puertas  del capital digital para las empresas emergentes o startups, desarrolladores e investigadores en prácticamente todas las áreas de la vida en lo que se conoce también como financiamiento colectivo.

Pero si se comparan un grupo de expertos de un determinado sector con personas comunes y corrientes, ¿tendrán éstos últimos la sabiduría necesaria para escoger un proyecto de éxito que les permita alcanzar el crowdfunding?

Esa es la pregunta que Ethan Mollick, profesor de Gestión de Wharton, y Ramana Nanda, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, responden en el trabajo de investigación “¿Sabiduría o locura? Comparar la financiación colectiva con la evaluación de especialistas en la financiación de las artes” [Wisdom or Madness? Comparing Crowds with Expert Evaluation in Funding the Arts].

Mollick y Nanda descubrieron la primera evidencia de que el crowdfunding está en condiciones de escoger un buen proyecto sin que para eso se necesite la intermediación de especialistas. La investigación tiene el potencial de agilizar la desvinculación de la financiación de las startups de las rutas tradicionales del capital riesgo, cuyo acceso es muy difícil para quien se encuentra fuera de ellas, posibilitando a un número mayor de emprendedores a aventurarse en la construcción de un negocio factible.

“Si la financiación colectiva sabe tomar decisiones, es de esperar que las cosas vayan cada vez más en esa dirección”, observa Mollick. “Él apunta hacia un clima más amplio de democratización de la actividad emprendedora y de la innovación […] Un número mayor de personas puede atreverse”.

Para probar la capacidad de decisión de la iniciativa colectiva, Mollick y Nanda usaron datos de Kickstarter, que captó más de US$ 1.000 millones para más de 6.000 proyectos junto a más de seis millones de personas desde que fue fundada en 2006.

En lugar de analizar un conjunto de proyectos enfocados en los negocios, ellos dieron prioridad a las artes, de forma específica, al teatro, que permite tanto una visión subjetiva (es decir, el gusto artístico) como objetiva (ya que evalúa el éxito de un proyecto a largo plazo). Las artes, en general, ocupan un lugar destacado en la financiación colectiva en detrimento de los especialistas: desde 2012, la financiación colectiva ha dirigido un volumen de capital mayor a las artes que el Fondo Nacional de las artes gestionado por el Gobierno.

Mollick y Nanda obtuvieron datos de una muestra aleatoria de proyectos de teatro de Kickstarter que se habían propuesto captar por lo menos US$ 10.000 para una presentación entre mayo de 2009 y junio de 2012. Ellos cogieron 120 proyectos y los dividieron en 20 conjuntos de seis proyectos cada uno. En cada uno de ellos había tres proyectos que no consiguieron alcanzar su meta de financiación; dos que tuvieron éxito y uno cuya meta fue sobrepasada en por lo menos un 110% de la meta original de financiación.

¡Qué vengan los especialistas!

Y vinieron los especialistas: 30 jueces con experiencia en evaluación de solicitudes de concesión de subvenciones para una organización nacional, como el Fondo Nacional de las Artes. Cada juez recibió un conjunto de seis proyectos y vio presentaciones semejantes a las que se hicieron a los posibles donantes de Kickstarter, inclusive con vídeos y fotos. A continuación, los jueces recibieron una serie de preguntas sobre cada proyecto y tuvieron que responder, según un presupuesto ilimitado, cuanto del objetivo fijado estarían dispuestos a financiar. La decisión de los jueces y del grupo de financiación colectiva fue “increíblemente parecida”, dice Mollick, añadiendo que hubo un porcentaje de consenso entre ellos del 57% al 62%.

“Los jueces parecen evaluar de forma regular los proyectos exitosos con una puntuación mayor que aquellos que no alcanzaron su meta de financiación”, observan Mollick y Nanda. “Las posibilidades de que se clasifiquen como mejor proyecto fueron doblemente mayores en el caso de los proyectos de financiación colectiva, mientras que los fracasados tenían más del doble de posibilidades de ser considerados el peor proyecto por los jueces”. Los jueces también dieron, de media, una vez y media más dinero a los proyectos exitosos en la vida real —en la meta que habían propuesto Kikcstarter— de lo que aquellos que se frustraron.

Está claro que los especialistas y los grupos de financiación colectiva no estaban en perfecta sintonía. Es interesante, sin embargo, que Mollick y Nanda hayan descubierto que los desacuerdos surgieron, principalmente, cuando la financiación colectiva decidió financiar un proyecto que había sido rechazado por los especialistas. “Eso tal vez indique el aumento del número de aquellos que pueden tener acceso al capital. Esos grupos parecen estar financiando más cosas”, dijeron.

“Las principales diferencias que encontramos entre proyectos apoyados exclusivamente por sl crowdfunding y los que fueron apoyados por los especialistas parece que se deben al estilo de la presentación hecha, y no a la calidad en sí del proyecto”, observan Mollick y Nanda. “Mientras más afinidad tenía una propuesta con la financiación colectiva —sacando provecho de Internet, por ejemplo, a través de vídeos e imágenes, o la concesión de recompensas entre los participantes— tanto más parecía atraer a esos grupos”.

En última instancia, el crowdfunding podría funcionar en paralelo con los modelos tradicionales de capital riesgo proporcionando un mix de opciones de financiación para los emprendedores, señalan los autores. Para los guardianes tradicionales del capital, el cambio asusta, sin embargo Mollick y Nanda dicen que no es mortal.

“El mundo está cambiando muy deprisa”, dice Mollick. “El coste de comenzar una empresa de software es de tres a cinco veces menor que a fines de la década de los 90. Eso facilita la apertura de startups. Existen varias tendencias que están reduciendo el coste y liberando al individuo de la dependencia de las fuentes tradicionales de financiación.

“Es un gran interrogante, y asusta”, añade. “Presentamos la primera evidencia de que no habrá ruptura total del sistema”. TOMADO DEL BOLETIN Universia Knowledge-Wharton