El cerebro puede impedir planificar nuestro tiempo.

El cerebro puede impedir planificar nuestro tiempo sobre todo eso ocurre con frecuencia en las personas mas creativas que poseen un pensamiento visual, quienes necesitan ser guiadas en ese proceso, porque de acuerdo al criterio de una experta en el tema, los cerebros de algunas personas están configurados de forma natural para mantener el orden, mientras el de otros no sucede de igual forma.

Según la doctora Katherine Benziger en su libro «Thriving in mind: The natural key to Sustainable Neurofitness» , las personas con una dominancia natural de la parte izquierda posterior del cerebro se sienten más cómodas al elaborar planes lineales y llevarlos a cabo, pero las personas cuyo cerebro está dominado por una parte diferente, encontrarán mucho más difícil cualquier planificación. La razón es que la neuroquímica de su cerebro les lleva a invertir 100 veces más energía para pensar en modo «planificación» que alguien cuya cerebro está más predispuesto a funcionar desde la parte izquierda posterior.

De acuerdo a Benziger la aptitud en planificar de manera fácil es una cualidad con que se nace. Sin embargo la coach de tiempo Elizabeth Grace Saunder asegura que «eso no significa que no podamos potenciar esa capacidad al construir de forma activa neuroconexiones dentro de nuestros cerebros a través de la práctica continua»

Saunder, fundadora de Real Life e Time Coaching&Training, publicó en una revista digital varios consejos para aprovechar las fortalezas naturales del cerebro y, con ellas, lograr una mayor resiliencia a la hora de planificar:

– Identifique sus puntos fuertes y débiles. Si la planificación le resulta extremadamente difícil, probablemente no tenga una dominancia cerebral izquierda posterior. Para averiguar qué parte de su cerebro predomina, realice la autoevaluación del libro Thriving in Mind o la evaluación de estilos de pensamiento más formal Benziger Thinking Styles Assessment. Aprender esto puede ayudarle a entender mejor qué funciona bien para usted y entonces aprovecharlo para modificar sus hábitos. 

– Acepte la dificultad. Si creemos que algo debería ser fácil cuando es difícil, tendemos a disgustarnos y tenemos más probabilidades de rendirnos. Pero si fijamos la expectativa de que una tarea es difícil, y aunque es probable que resolverla todavía se nos haga cuesta arriba, estaremos más dispuestos a seguir comprometidos con resolverla porque entenderemos que los problemas forman parte del proceso. 

– Abandone la mentalidad del todo o nada. Un fenómeno interesante en personas cuyas fortalezas cerebrales no incluyen la planificación es que tienden a ser víctimas de una mentalidad de «todo o nada». Estas personas creen que deben seguir sus planes al pie de la letra; de lo contrario todos sus esfuerzos habrán sido en balde; que si no pueden planificar cada día, no deberían planificar nada. En su lugar, vea el aprendizaje como un proceso en el que las mejoras se suman y cada día cuenta. Esto mejorará su resiliencia: no se castigará tanto a sí mismo cuando se desvíe del plan y, a su vez, encontrará más fácil la forma de volver a él.

– Encuentre sistemas que funcionen. En lugar de obligarse a seguir un proceso de planificación establecido de antemano, encuentre el sistema que más le convenga. Por ejemplo, si tiene una fuerte inclinación visual (una característica común de dominancia cerebral derecha frontal), encuentre una manera de organizar el tiempo y el trabajo que tenga en cuenta esa preferencia. Apunte las tareas en pósits, dibuje en una pizarra y utilice mapas mentales. Si le encantan las hojas de cálculo (algo común en las personas con una dominancia cerebral frontal izquierda) coloque su lista de tareas y planes en Excel, plantee el uso de aplicaciones móvil que le permitan controlar sus progresos de manera numérica. Si le gusta ver el tiempo como un flujo que avanza a un ritmo determinado (un favorito de la dominancia cerebral derecha inferior o trasera), utilice herramientas como las listas en papel que le permitirán adaptar y modificar la cadencia de sus días según necesite en lugar de verse sometido a estrictos periodos de tiempo. No existe ninguna forma errónea de planificar. Experimente hasta encontrar la que mejor se ajuste a usted.

– Aproveche el cerebro de los demás. Si conoce a personas que destacan a la hora de planificar y por sus cualidades habilidades organizativas, pida su consejo. Es posible que les resulte fácil ofrecerle soluciones en potencia para problemas que a usted le superan. Recibir sugerencias de otras personas sobre posibles técnicas y métodos de planificación, en vez de intentar desarrollar uno propio, podría ahorrarle mucho tiempo. Un aviso: evite a las personas más críticas pues podrían desanimarle en su proceso de aprendizaje. El desafío ya es bastante difícil sin la necesidad de verse despedazado por otros. Otro aviso: pida soluciones sencillas. No intente ser experto en un área sobre la que aún está aprendiendo; un nivel básico de conocimientos representa un buen comienzo.

– Siga intentándolo. Una de las definiciones de resiliencia es «la capacidad de recuperar su estado inicial». Cuando se encuentre frustrado durante el proceso de planificación, tenga compasión consigo mismo cuando cometa errores, vuelva a centrarse cuando se distraiga y modifique sus planes cuando surjan problemas nuevos. Por ejemplo, podría decidir posponer un proyecto que creía que terminaría de hoy a mañana, podría contactar con un compañero y pedir ayuda para terminar un entregable a tiempo.

Entender lo que pasa dentro del cerebro mientras se mejora la capacidad de planificar y gestionar el tiempo marca una gran diferencia en la capacidad de animarse a sí mismo y seguir intentándolo a pesar de las frustraciones y los obstáculos. Cuando se convenza de que puede cambiar y acepte que tendrá que esforzarse más que la mayoría, tendrá unas posibilidades mucho más altas de ser resiliente en el proceso de mejorar su capacidad de planificar y organizar.